Qué es un CFD y cómo funciona

Un CFD, cuyas siglas significan “contratos por diferencia” (contract for difference en inglés) han sido uno de los productos ganadores durante el último año, y se espera que lo sigan siendo aún más en el presente ejercicio. Su origen se remonta al Reino Unido a mediados de los años 90, para extenderse rápidamente a más de 25 países en el año 2000. A España llegarán mucho más tarde. En un primer momento fue utilizado por los fondos de inversión para más adelante, popularizarse entre el inversor minorista.

CFDs

Como su propio nombre indica, se trata de un contrato por diferencia entre el valor de un instrumento financiero en el momento de apertura y de cierre del contrato, es decir, se trata de un contrato “espejo” de la evolución del subyacente sobre el que hace referencia. Por tanto, se trata de un producto derivado que permite “apostar” por la evolución de un amplio abanico de productos financieros, por lo que si está interesado en Acciones, Divisas o Materias Primas, entre otros, puede sacarle provecho de una manera sencilla e intuitiva a la vez. Tan sencillo como si usted piensa que un activo va a subir en el futuro, comprará un CFD referenciado a dicho activo, así como si piensa que las caídas van a llegar directamente venderá un CFD.

Pongamos un sencillo ejemplo con una posición larga o alcista en acciones de Repsol, apostando por una subida del valor:

  • Apertura de la posición:

El 15 de enero, Repsol cotiza a 21 euros y, ante la tendencia alcista del mercado, usted abre una posición larga de CFDs sobre 1.000 acciones a 21€.

  • Cierre de la posición:

El 30 de enero, Repsol alcanza los 23 euros,  y usted decide cerrar su posición en CFDs de 1.000 acciones a 23€ y embolsarse el beneficio.

Sus ganancias se calculan de la siguiente manera: (Cierre – Apertura) x número de acciones, por tanto, (23-21) x 1000 = 2000 euros de beneficio.

Para calcular el beneficio total de la transacción también debería considerar la comisión que ha pagado, así como los ajustes por intereses y dividendos.

Un inversor avispado, sugerirá que este ejemplo podría hacerlo exactamente igual comprando las acciones y no a través de CFDs, pero en este último producto el importe invertido para esa toma de posición sería muy inferior al que tendría que realizar si comprase las acciones.

Estas y otras consideraciones las iremos desgranando suficientemente en artículos posteriores para que el inversor comprenda la auténtica versatilidad y características de los CFDs.

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